domingo, 6 de mayo de 2007

Mi padre el sabio


Recuerdo hace muchos años, cuando yo era niño, llegué triste a casa. Ese día había salido de la escuela -creo que cursaba el quinto grado de educación primaria- El motivo era que un compañero quien en ese entonces consideraba mi mejor amigo me había hecho una jugarreta de mal gusto. Esto me causó gran decepción e incertidumbre.
Durante la comida, mis padres advirtieron mi estado de ánimo. Dejaron que ingiriera mis alimentos y al terminar me preguntaron qué me acontecía.
Con un gran pesar les comenté que aquél chico hablaba de mí a mis espaldas y se avergonzaba de ser mi "amigo".
Mi madre enfurecida trataba de darme aliento sin conseguirlo. Ya que ella se hubo desahogado, mi padre con esa serenidad que le caracteriza me llevó a otro lado de la casa, donde estuviéramos los dos solos.
Mirándome fijamente me hizo este comentario:
-Hijo, debes recordar esto siempre. En la vida es muy difícil encontrar la verdadera amistad, hay veces que el ser humano muere sin conocerla. Sin embargo, debes saber que siempre tendrás tres amigos: "Dios, tus padres y un peso en el bolsillo". Pero a este último debes tratarlo con mucho tiento antes que te deje sin los otros dos.
Han transcurrido casi treinta años de esto y en todo momento de mi vida me doy cuenta de ¡cuánta razón tenía el viejo!