jueves, 17 de mayo de 2007

¡Extraño tantas cosas!


En los días cuando me agobia la soledad y los recuerdos vienen a mi, es cuando añoro las cosas que se me han esfumado. Cosas simples y sencillas que formaban parte de mi en cualquier momento. No me doy cuenta que lo mejor de la vida es gratis.

A veces me pregunto ¿por qué ahora me es tan difícil ya sonreir? Quisiera carcajearme sin pensar en las consecuencias. Gozar cada simpleza sin buscarle el lado malo a las cosas. No ser tan crítico y dejar que todo fluya y vaya por el cauce que les corresponde.
¿Por qué es tan duro amar cuando antes lo hacía sin condiciones?, quisiera volver a sentir ese revoloteo en el estómago al ver al ser querido. Volver a dar un detalle insignificante y que éste sea valorado por el compartimiento de un amor verdadero. Decir te amo sin pensar en lo que en verdad estas dos palabras significan; que sea expontáneo y sin temor. Tener la seguridad de que lo dije con toda el alma.
Saber que soy capaz de muchas cosas y no tener miedo a enfrentarlas. Que puedo salir adelante en cualquier situación.
¿Por qué no disfrutar de mi trabajo como antes? ¿acaso necesito un estímulo más? Lo que gano me da para vivir a mi manera, ¿qué más busco?
Son tantas las incertidumbres que me agobian día con día, son muchas las inconformidades que expreso en mi diario vivir y no me doy cuenta que lo tengo todo.
Tengo salud y la capacidad de dar gracias a Dios por cada amanecer, por cada día soleado, nublado o lluvioso. Por dejarme ver las estrellas y el tener una cama que me cobija en mis noches de cansancio. Tengo familia a quien querer y cuidar; estoy rodeado de algunas personas que me estiman y eso es mucho para agradecer. Tengo motivos para que mis días sean maravillosos. Sin embargo... lo único que pido es una mujer que me ame y a quien yo adorar. Una mujer que no me juzgue antes de conocerme, que me acepte con mis defectos y mis virtudes. Que sea mi amiga, mi compañera, mi cómplice, mi guía. Necesito un amor de esos de película. Estoy harto de vivir bajo el tormento de los celos, desconfianzas, de que se me cuelguen santitos sin siquiera saberlo. Ya no deseo que me "amen" de esa manera.
Quiero confianza y respeto, con eso volveré a sonreir y a no extrañar ya nada más.