lunes, 4 de junio de 2007

Asombroso


Hace como un mes yendo a la playa con mis primos "los mongoles" me ocurrió un pequeño accidente. Iba manejando y masticando un chicle -como buen chalán de media cuchara- (ayudante de albañil), cuando escucho un tronido muy fuerte. Yo no sabía qué era sino hasta que mi lengua siente pequeños trocitos duros en ella. Trato de morderlos y ¡vaya!, se me había pulverizado una muela. Asustado empecé a sacarme los pedazos de hueso y veo por el retrovisor los estragos que había causado el masticar tan afanosamente el chicle. Pensé que me iba a empezar a doler, pero no, no sucedió nada. Sólo la sensación rara de tener dos picos puntiagudos (raigón) en donde hace unos segundos atrás existía mi muela.
Estuvimos compartiendo todo ese día en la playa y ni me acordaba del triste suceso. Más tarde llegué a casa y ya con calma me examiné la parte afectada. En verdad se veía raro. Lo que quedaba de mi muela parecía una copia de Stonehenge por lo caprichoso de la forma que había tomado.
Como no había dolor hice caso omiso de visitar al dentista al día siguiente. La verdad me da pánico consultar a esos doctores. Así pasaron los días hasta que llegó el momento en que notaba que el cepillar a "Stonehenge" me ocasionaba punzadas muy dolorosas. Si tomaba frío, el dolor era más severo. Y como todas las de malas nunca llegan solas, este fin de semana se me acentuó la molestia. Los dolores se hicieron más fuertes, ya no toleraba comer ni tomar nada. Si me entraba aire por la boca, había molestia.
Fue en este momento cuando quise acudir al dentista -siempre dejamos todo hasta las últimas consecuencias- Como era sábado, ya no daban consultas los pocos que conozco. Así que me tuve que aguantar los tremendos dolores todo el bendito fin de semana. Ya para el día de hoy, estaba en un estado de desesperación insoportable. Recordé a Tom Hanks en la película "El náufrago" donde él, solito en una isla, se saca una muela con unos patines para hielo.
Apenas amaneció este lunes, le llamé a mi doctor. Hice una cita para las cuatro de la tarde. El agudo malestar se acentuaba con el pasar de los minutos. Llega la mentada hora, voy al consultorio y el bendito señor, nunca apareció. Yo estaba al borde del suicidio. Sentía que me dolía desde la mejilla derecha hasta el cerebro.
Empecé mi regreso a casa, al caminar sentía que me retumbaba la cabeza debido ya al desquiciante malestar. Iría a buscar a otro médico. Necesitaba calmar este suplicio. Asi, al ir caminando y sin darme cuenta pasé por una clínica llamada "Gastón Melo" -es una centro de salud para todo el público pero especialmente para aquellos de escasos recursos económicos- Y bien dice el dicho, Dios nos da la solución cuando más la necesitamos. Yo no iba a entrar ahí, pero mis ojos se fijan en un cartel dentro de la clínica que decía "DENTAL". Era asombroso como se me estaban presentando las cosas. Ahí estaba la salida de mis sufrimientos finesemaneros. Algo me dijo "entra ya buey". No me hice del rogar y entré al consultorio. Me pareció muy limpio y bien cuidado. Con sus esterilizadores y todos los aditamentos de lo más moderno. Yo me imaginaba que tendrían equipos como de hace cuarenta años, pero no fue asi, todo estaba muy bien para ser una clínica pública.
El dentista resultó ser una persona amable. Le expliqué cual era mi problema. Me checó la muela y me dijo: "hay que extraerla". ¡Claro! No había como tapar tremendo boquete. Puso manos a la obra y en menos de quince minutos, me había extraído el raigón con dos raíces. No hubo dolor ni sufrimiento. Todo fue de lo más profesional. Cuando hubo terminado su trabajo me dio las indicaciones para mi cuidado. Me dijo que pasara a pagar a la caja del lugar.
Ya con la cartera en mano y sintiéndome de lo más aliviado pasé a liquidar. Me preguntaron que tratamiento había pedido. Les contesté dental. Extracción de un molar.
-"Bien" me dijo el cajero. "Así que fue una consulta y una extracción"
Yo pensaba que mínimo me cobrarían unos trescientos pesos mexicanos. (unos 30 dólares).
-"Son seis pesos de la consulta y quince de la extracción, en total, veintiún pesos señor" Me notificaron. (2 dólares)
-¿Perdón? Respondí
-"Veintiún pesos por favor" Me repite.
Yo asombrado, saco dos monedas de $10 y una de $5 y pago. Me dan cuatro pesos vueltos. Esto fue lo más increíble que me había pasado. Me atendieron, me quitaron las molestias y aparte me cobran una bicoca, esa cantidad es lo que me cuesta una cajetilla de cigarros.
Agradecí a todos por las atenciones y me retiré a casa.
Eso fue apenas hace 5 horas y no tengo ninguna molestia. Es más, estoy posteando en mi blog como si nada hubiera pasado.
Ya rumbo a mi hogar me puse a pensar: a veces, acudimos con gente de "renombre" que siempre nos cobran un ojo de la cara por sus servicios y nos tratan con menos esmero de como lo hicieron conmigo. Hoy me pude dar cuenta que el nombre no es lo cuenta, sino la calidad humana de quien ejerce su profesión.
Gracias a todos los que hacen posible que este centro de salud funcione de esta manera.
Hasta la próxima.