martes, 7 de agosto de 2007

Dolores diferentes


Hace quince días operaron a mi amigo Héctor de una rodilla. La operación fue un éxito aunque con las molestias que debe soportar. Sin embargo, hablando con él, le dije que qué envidia sería tener ese dolor.

Él, algo asombrado me preguntó el por qué.

Sólo pude responderle que el dolor y molestias que él sentía, pasarían en unas semanas, que todos sabíamos que con reposo y medicamentos todo quedaría bien.

"Sin embargo, yo, mírame; este dolor del alma, ¡No sé cuando acabará". Le comenté.

Me dio unos consejos y los seguí.

Hoy, por primera vez en mi vida, hablé con las personas indicadas acerca de mi situación y jamás creí que hablar con tanta verdad y sinceridad las cosas mejorarían a un cien por ciento.

Mi conciencia ha descansado después de un duro batallar. He vuelto a ser el mismo de unos meses atrás.

Por todo y desde aquí:
¡Gracias Héctor!