martes, 11 de marzo de 2008

¡No!


Yo no podía creer lo que había escuchado. No podía ser cierto que esta pregunta me la hiciera ahora, después de tantos años y más que sólo había sido un amor estudiantil, sin mucha huella.

Me quedé pensando qué responderle.

-"¿Haces esta pregunta a todo varón que se te acerca?, ¿quieres mantenernos lejos y así nos espantas? Amelia, estoy sacadísimo de onda con todo esto". Le dije.

-"Sólo responde" Me volvió a repetir.

Callé, encendí un cigarro y se la solté:
-"No, mi respuesta por ahora es no. No he pensado en casarme por el momento. Y se me hace muy precipitado que sólo con dos horas y media de habernos vuelto a ver me hayas hecho este tipo de pregunta"

Ella sonrió, volvió a iluminarse la noche con esos dientes perfectos. Me apretó y me zarandeó de las mejillas como lo hacía hace tiempo y me dijo:
-"Tonto, te espanté ¿verdad? Lo que pasa es que como ya te he dicho, ya no puedo perder más el tiempo. Se me han acercado algunos pretendientes y con eso los calo. Me responden a la primera que sí, que sí se casarían conmigo. Jajaja, creen que voy a caer en su jugarreta. Lo único que desean es tener una aventura y de la aceptación matrimonial se olvidarán después. ¿Quieres que empecemos lo que dejamos atrás? Tu sinceridad me ha dado confianza en ti. ¿Quieres?"

-"Uf, qué lucas está esta chava" Pensé.

Encendí el auto, comencé a manejar, subí el volumen al estéreo y le pregunté:
-"Sigues viviendo donde mismo?...

domingo, 2 de marzo de 2008

¿En serio?


Ante mi estaba Amelia, aquella novia de adolescencia se había convertido en una hermosa mujer. A sus 39 años, (le llevo 3) lucía más atractiva que antes. Aún me seguían gustando sus hermosos ojos color avellana y su dentadura perfecta. La veo casi igual a cuando fue mi chica, sólo que con unos cuantos años más.

La noche transcurrió de lo más amena. Ustedes saben que siempre que hay reuniones de ex-compañeros, siempre se tienen muchas cosas que contar y recordar. Así pasaron dos horas sin sentir. Roberto y los otros quisieron ir a otro lugar y tomarse unas copas. Fue aquí cuando me disculpé y les dije que yo no podía ir ya que no quiero más contacto con los brandies.

Ellas también declinaron a la invitación y fue aquí cuando les propuse llevarlas a sus respectivas casas.

Obviamente, primero llevé a Odeth quien es casada y madre de dos niños. Amelia la acompañó (como se acostumbraba en los años ochenta) hasta la puerta de su hogar y se despidieron. Cuando subió al auto, me encontraba con un cosquilleo en todo mi cuerpo, la volvía a tener para mi, sin nadie más.

Dimos unas vueltas en el auto hasta que nos estacionamos en uno de los tantos lugares discretos que tiene mi ciudad. Platicamos largo rato y me contó que no se había casado por atender a su madre enferma. Que no se había dado tiempo para el amor y ahora ya sentía que estaba pagando las consecuencias a tal dedicación.

Como no queriendo la cosa, entre plática y plática, nuestras manos se rozaban, yo a veces le acomodaba el cabello y ella se dejaba hacer. Todo funcionaba a la perfección. Me volví a sentir un joven de veinte años. Hacerle la corte a una mujer es algo que ya se me había olvidado. Y ahí estábamos los dos, solos y sin testigos, listos para lo que viniera.

Poco a poco me acerqué a ella y mis labios rozaron su mejilla, muy cerca de su boca.

Ella se dejó en un principio pero luego me dijo algo que me dejó frío:

-"Ya no estoy en edad de perder el tiempo, veo que tú vas muy rápido en algo que tal vez también yo quiero, pero...¿estás dispuesto con el tiempo a casarte conmigo?"

Pensé que bromeaba, me volví a sentar correctamente en el asiento del auto y la miré fijamente.

-"A ver, a ver, ¿estás bromeando verdad?" Le atiné a decir.

-"No, es en serio, sólo contéstame"...



domingo, 24 de febrero de 2008

Reencuentro


El día de ayer, hice algo que desde hace mucho tiempo no llevaba a cabo. Me sentía sólo, (en verdad soy un hombre solitario) aconchado en el mundo que yo mismo me he creado por mi falta de carácter y la desidia que desde tiempo atrás me acompaña.

Llegué del trabajo a las 8 de la noche dispuesto a subir a mi cuarto a dormir como ya es costumbre en mi. Iba en el tercer escalón cuando una voz me llama y me dice: "Ey, ¿a dónde vas? No te me apendejes ni te agüites por hechos pasados. Vamos, date una oportunidad y sal de esa ratonera en la que estás metido".

No sé, esa voz me llevó a tomar la desición de salir un rato a vagar. Pensé en sacar a mi perro a que retozara un poco ya que había estado todo el día encerrado, pero eso no era lo que esa voz me pedía. Así que tomé las llaves del auto y arranqué sin rumbo fijo.

Menejé por las sinuosas calles de mi ciudad. Raro en mí, esta vez no menté madres a los choferes incapaces de saber conducir un auto. No le hice "taca ta tacaaaaa" con el claxon a los autobuses de transporte público. Fui un conductor consciente y cedí el paso a transeúntes. ¡Wow! ¡Milagro! No me reconocía.

Después de media hora, pasé por una calle que me trajo gratos recuerdos, ahí está ubicada la casa de mi amigo Roberto, un cuate de la prepa con el cual pasé buenos momentos (música, fiestas, chavas, cine, café y más chavas) Fijé mi vista en el garage de su casa, vi que alguien salía de un auto. ¿Será el Robbie? pensé. Y efectivamente era él.

Bajé de mi coche y le hablé. Cuando me reconoció salió a saludarme con un buen apretón de manos y un fuerte abrazo. Tenía más de 10 años que no nos veíamos. Nos hicimos bromas de nuestro aspecto físico actual y me invitó a pasar a su casa.

Ya adentro me ofreció algo de tomar. "Un café" -le acepté.

Platicamos recordando viejos momentos. Me enteré que es divorciado y que le encanta andar de viejero. "A nuestros 42 años debemos de apurarnos a buscar una compañera fija, sino puede que nos quedemos solterones hasta el resto de nuestras vidas" le comenté.

Me dijo que él seguía manteniendo contacto con algunos compañeros de generación. Cada vez me sentía más relajado y seguro de que había aún gente a la que le intereso.

Sacó una agenda de su cartera, una agenda vieja obsequio de la campaña de un político. Llamó a dos compañeros (al Lobito y Ángel) y también le marcó a Odeth y a Amelia. Quería saber si sería posible que saliéramos a cenar.

Obtuvo respuesta afirmativa, a las 10 en la hambuerguesas Ruffus. Ese local de comida preparada era nuestra cenaduría desde hace casi 18 años.

Había algo que me tenía intrigado:
-"Oye, oí que le llamaste a Amelia". Le comenté.

Él sonriendo respondió:
-"Sí, aún está soltera. No se casó, tal vez te está esperando." dijo en tono de complicidad. (Amelia había sido mi querida novia en la prepa).

-"No mamessss" ¿Neta buey? Pregunté incrédulo.

-"Simón bato" replicó.

Nos terminamos el café y acudimos a nuestro lugar de reunión. En el trayecto fuimos escuchando música de la que nos gusta, algo de Sabbath, Journey, Billie Joel, KLF, B.Brown, Colorr, McCartney y más linduras por el estilo.

Llegamos y esperamos. Poco a poco fueron llegando los cuates. Cuando lleagaron Odeth y Amelia juntas no pude menos que pensar:
-"Mi amor..."

miércoles, 13 de febrero de 2008

Los baches de la vida


Leyendo este humilde blog y yéndome hasta los primeras pulicaciones me dí cuenta que ya cumplió un año este sitio. ¡Sí!, un año.

No lo festejé ni lo hice saber a nadie; no sé el porqué. Y es que me parece increíble que ya hayan pasado más de 365 días desde mi primera publicación. Cuando lleno de entusiasmo escribía lo que me venía en gana.
Fue entonces cuando mi mente volvió atrás. Recuerdo que en febrero de 2007 todo era alegría para mí, no había nada que me preocupara y sí, habían muchas ganas de vivir.

A lo largo de este tiempo he hecho amistades por medio de nuestros blogs. Amigos que bien vale la pena conservar. De ellos he aprendido infinidad de cosas y lecciones de vida que me han ayudado muchísimo en todo este tiempo.

Pero ¡oh desgracias! De pronto en el mes de julio mi vida cayó en un bache sin fin. Se me agotó el deseo de vivir; ya nada era hermoso en mi vida. Juro que este sentir no se lo deseo a nadie pues solamente quien lo padece puede saber a ciencia cierta lo que se sufre.

Agradezco el apoyo incondicional de mis amigos que han estado junto a mí. Héctor, gracias por apoyarme con tu amistad. A mi primo "el mostro" (Miguel), que me ha dado aliento siempre. Ramón, que trató de ayudarme en varias ocasiones y creeme, ¡resultó! A las personas que de una manera o de otra estuvieron compartiendo conmigo un poco de su tiempo, les agradezco infinitamente dejarme ser parte de su espacio y no sentirme tan solo.

Y es que amigo lector, debido a este estado de ánimo dejé de hacer muchas cosas, no disfruté lo que tenía a la mano. Para "curarme" recurrí a infinidad de medios posibles y entre todos parece que me han ayudado a salir adelante.

Busqué alivio desde la "A" a la "Z" y creanme, poco a poco todo va volviendo a la normalidad.

Pero a quien debo dar gracias muy especiales es a Dios, quien en verdad me ha ayudado en todo momento y le agradezco a mi amiga Liz el que me haya enseñado su camino.

Se preguntarán si alguna vez pensé en el suicidio...¡no lo llegué a saber! Y es que al caer en un bache interminable...todo puede suceder.